Ciencia y colaboración en Chile: Un tronco de 456 años abre un libro de historia, gracias a expertos y CONAF
El equipo del proyecto Fondecyt N°1230837 liderado por el Dr. Fernando Venegas Espinoza, académico del Departamento de Historia de la Universidad de Concepción, realizó una nueva expedición al Archipiélago de Juan Fernández, esta vez, de una semana, entre el 22 y el 29 de abril. Con el apoyo de la Armada de Chile, fueron transportados en el Patrullero de Zona Marítima “Comandante Toro”, un viaje en el que fueron tratados con gran hospitalidad.
La misión de esta travesía era doble: profundizar el conocimiento científico de la historia ambiental de la isla y devolver valiosos especímenes nativos que fueron estudiados en el continente. Una de las tareas principales de la expedición fue la toma de muestras dendrocronológicas en Puerto Francés, una labor que consistió en recolectar rodelas de lumas muertas para su posterior estudio, proporcionando una ventana al pasado y permitiendo al equipo entender cómo el entorno ha cambiado con el tiempo (Figura 1). Además, también se gestionó el entierro de un dosímetro en Puerto Francés para analizarlo mediante termoluminiscencia, una técnica que revela información sobre la exposición a la radiación ionizante (Figura2).
Los investigadores también realizaron una serie de trabajos de cartografía, capturando fotografías aéreas del poblado de San Juan Bautista con el uso de drones para crear ortofotografías detalladas, imágenes que combinan la precisión geométrica de un mapa con la riqueza visual de una fotografía. En su esfuerzo por documentar el patrimonio cultural de la isla, realizaron levantamientos axonométricos de las denominadas cuevas de los patriotas, documentando el patrimonio histórico con gran precisión.
Uno de los momentos más significativos de la visita fue la restitución de las muestras de madera nativa recolectadas por los guardaparques de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), las cuales habían sido analizadas en el laboratorio de dendrocronología de la Universidad Austral. El Dr. Carlos LeQuesne, experto en el estudio de los anillos de los árboles, explicó: “La relevancia de este trabajo supone primero, devolver las muestras; y llevar estas muestras ya analizadas en el laboratorio dendrocronología a Juan Fernández, que es donde se originaron, cierra de alguna manera un ciclo de poder retornar esas muestras a sus propietarios. Es la parte moral de toda investigación, de que esté vinculada con los interesados directos y no solo con los investigadores”.
El análisis de los anillos de los árboles, conocidos como dendrocronología, ofrece una visión inigualable de la historia ambiental. Según el Dr. LeQuesne, estos estudios revelan el lento crecimiento de la especie Nothomyrcia fernandeziana, conocida como Luma Juan Fernández, permitiendo comprender el tiempo que tarda en formarse un bosque. En este caso, se trata de relevar “el valor de la madera como archivo para registrar eventos, para registrar la fecha en que se estableció un árbol determinado, una planta leñosa determinada en un lugar y eso creo que tiene un enorme valor para la conservación y para entender también la dinámica y el tiempo que tarda en formarse”. Por su parte el Dr. Sergio Elórtegui, patrocinado por la PUCV, al respecto, profundiza: “La dendrocronología es una herramienta fascinante que vincula directamente la historia ambiental con el estudio meticuloso de los anillos de crecimiento de los árboles. Este método no solo proporciona datos sobre su edad, sino que también revela información sobre las condiciones ambientales que prevalecieron durante cada año de vida del árbol. Por tanto, la madera se convierte en un archivo viviente, registrando eventos históricos que van desde variaciones climáticas hasta impactos ambientales causados por la actividad humana”.
El Dr Venegas agrega que la relevancia de la dendrocronología va más allá de la pura datación. Permite a la ciencia desarrollar una narrativa coherente de la historia ambiental, mostrando cómo eventos específicos, como incendios forestales, inundaciones o períodos de sequía, han afectado el crecimiento de los árboles. Además, estas narrativas pueden ayudar a predecir cómo responderán los bosques a futuros cambios climáticos y ambientales. En contextos como el de Juan Fernández, donde los ecosistemas son particularmente sensibles a las perturbaciones, entender la dinámica forestal y su tiempo de desarrollo es esencial para las estrategias de conservación y manejo sostenible.
La visita del equipo del Dr. Venegas al Archipiélago de Juan Fernández también permitió un encuentro valioso con los guardaparques, quienes no solo ayudan a proteger este paraíso natural, sino que también fueron fundamentales en el proceso de investigación. “Es fundamental que el trabajo que hagamos sea útil no solo para la ciencia o la historia, sino también para los guardas y para este paraíso natural, este patrimonio increíble que tiene nuestro país y que, a través de nuestro trabajo, pueda tener visibilidad y valoración”, subrayó el Dr. LeQuesne.
Una de las lumas retornadas constituye un hallazgo notable: un árbol de Luma de Juan Fernández que había sido extraído por los guardas en Plazoleta del Yunque resultó ser la muestra más antigua de las 30 recolectadas en la expedición, con 456 anillos contados: “Lo que significa que ese individuo estaba vivo antes de la llegada del ser humano al archipiélago”, destacó el Dr. LeQuesne. En efecto, el Dr. Venegas explica que hasta ahora, la fecha en que se habría descubierto la isla -que no estaba habitada por pueblos originarios- corresponde a 1574.
En la fotografía 3 se observa al Académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio de la Universidad Austral, Dr. Carlos LeQuesne, retornando la muestra más emblemática, la que fue recepcionada por Danilo Arrendo (Administrador Subrogante del Parque Nacional Juan Fernández) e Ignacio Ibáñez, guardabosque que ha sido clave el trabajo en terreno del proyecto. Otras imágenes dan cuenta del trabajo in situ en esta salida.
Este viaje al Archipiélago de Juan Fernández no solo reforzó la importancia del estudio científico para comprender nuestra historia ambiental, sino que también subrayó el valor de devolver los conocimientos a quienes más los necesitan, los Guardabosques de CONAF y habitantes de la isla.
Créditos Imágenes: Sergio Elórtegui Francioli y Fernando Venegas Espinoza